Y llego a la inmensidad de tu reino.
Ese, que veía en ti inalcanzable para mí.
Ese, que me abrió a la pasión creadora.
Ese, que cada día anhelo para discernir tu misterio.
Y aquí arriba,
siento que no es de nadie
y que es el UNO
esperando palpitar en todos nuestros cuerpos;
el cosmos que nos acoge en su seno.
¡Oh, Padre nuestro!
Partículas celestiales somos de ti
escanciadas en nuestros cálices si están abiertos,
transmutadoras de nuestra madre tierra
vibrando a la frecuencia de la alquimia de tu UNI-VERSO.