La muerte se introyecta en nuestro inconsciente castrando nuestros cuatro quiridios.
Desprendámonos de ella resucitando en la tierra al orden cósmico.
¡Que nos enhebre la vida con su hilo
siendo sus estrellas de vitruvios,
unificándonos en su espiral con todo lo vivo
siendo en nuestra parte finita de identidad,
la propia eternidad en nuestro libre albedrío!