Que el poder que te entrego
No te separe de mi onda unificadora y expansiva de la vida.
Permanece en ella fluyendo en la levedad de mi aire sin perder mi dádiva.
Recibe la lluvia de mi ser que te impregnará por completo
Déjate recorrer por su agua bendita que te colmará para tu acoplamiento.
Y no sueltes nunca la cuerda
Manteniendo tu cordura en la tierra
Para que tu inteligencia, tu potencial creador,
Sea mi propia expresión, sin nada de interferencias.
Nunca te abandonaré vivificándote con mi propio fuego.
Siempre estaré contigo, descubre mi presencia,
El misterio de ser hijo y padre que te engendró
Y que siempre está en ti con su espíritu.
¡Regresa a mí, hijo pródigo, despertando a tu verdadera naturaleza!