¿Cómo podré ser libre
si no conozco a mi propia fiera?
Esa que surge en mí en la inconsciencia
la que dirige mis pasos sin yo darme cuenta,
la que defiendo a ultranza razonando sus incoherencias.
¡Cómo me cuesta reconocerme en ella aunque sea parte integrante de mi naturaleza!
Y me ofusco idealizándome sin aceptar esta certeza.
¿Cómo podré guiarla hacia mí, si rehúso caminar de la mano junto a ella?
Yo soy eso que oculto,
el tesoro del poder concedido a cada uno
el negro complemento de lo que irradio
sin ella no podría embellecerla hasta llegar a ser yo,
la blanca luz que nos engendró.