Sin miedo abro de par en par las compuertas a la vida
porque sé
que Ariadna equilibra el centro de gravedad pasión-razón de mi balanza
en la proporción áurea de su gracia.
En cada circunstancia, ella tiene una pócima mágica entre ser yo y no ser yo
unificada al todo
que me posibilita vivir en plenitud con independencia de las circunstancias.