¡Oh, cuánto te he rechazado siendo tú mi protector,
mi centinela,
la sabiduría para que yo pudiera
ser y expresarme cómo soy!
¡Oh, mi guardián,
cuánto me has esperado
hasta que he comprendido
que no podré sobrevivir sin tu cuidado!
Si yo soy tu tesoro,
Tú lo eres para mí.
Caminemos pues de la mano
en armonía de ser yo en ti.