La luciérnaga

Veo una luz al final del camino que me deslumbra y me aquieta en seco.

Se acerca y me asombra sus diminutas formas no agraciadas pero aladas,

su poderosa luz, que poco a poco me va entregando.

Me avivo siendo ella en mí, fuerza imperiosa e irradiante.

Me corona su luciérnaga heralda,

 guerrera mensajera de su serena luz.

Y me transmite su secreto:

“No importa donde estés, ni lo que hagas, ni lo que tengas.

Lo importante es lo que yo siento en tu interior,

 porque yo soy tu compañera de viaje.

Yo te agarraré de la mano conduciéndote con mi sabiduría por el camino ético.

Y si me cuidas y me alimentas

nunca te defraudaré, ni te abandonaré

porque yo soy tu felicidad” .

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