A mi amada Isabel
Piedra soy de tu montaña
y fundida en tus caminos
te recorro por tus ríos navegada
descendiendo y subiendo ya sagrada.
Y vuelo cubriendo tu pradera con tus alas que son mis alas ya,
y de todos en mí recorriéndome, como yo en ti.
Y aunque mi cuerpo no esté permaneceré siempre en ti, mi amada
Y tu luz y tu noche serán mi luz y mi noche
porque soy de tu interior aunque me vaya.
¡Oh, belleza apasionada!