Soy diábolo polar y del centro irradio estrellas y llantos;
el vértice en mi canto, es Dios rielando arriba y abajo.
Por eso clamo, que el horizonte de donde emano,
es la sonda conductora y unificadora de mi juego vital.
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M-ira a Dios del cuadrado fijo que al círculo giro
infinitos m-i-s ra-dios de mi centro ombligo
que en pi mis triángulos unidos al vértice es Dios
de energía fi que irra-Dio-s.
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El centro de la materia (es Dios) nos atraviesa
irradiando en apotemas las sagitas nos agrega
y del cuadrado a la circunferencia la belleza manifiesta
su magnificencia piramidal, divina geometría, en su sublime dulzura eterna.
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Se despliegan piernas
a través de mi cabeza
y la recta me atraviesa
del cuadrado soy esfera
que voltea en mi planeta.
Ladeada estaba a mi derecha
y ahora pendulo hacia la izquierda
en mi traslación en esta dormida tierra.
Y en los infinitos parajes de mi circunferencia
mandalas centellean por la cometa que me navega.
Y en la carencia del tiempo del cono que me completa
triángulos rectos ilimitados a mi espacio áurea mi geometría dispersa.
Pirámide hacia el vértice del sol las sagitas, las apotemas complementa
y de mi yerta pavesa caracolea sempiterna la luna que al sol en mí despierta.
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En la horadada cerradura de mi ceguera, batahola de desnudos atávicos diviso
inocentes ya sin la carne, circulares en el paraíso de sueños adámicos
despiertos en la horizontal apasionada del alma ilimitada en Dios
sin las rejas de la urdimbre vida vertical de la tierra cuadrada.
Y en la cuenca de miradas negras fuera ya de las pavesas
con la niebla de mis alas me iluminan aquelarres de esos tiempos de cigüeñas.
Nebulosa cósmica resurrección de noches llenas
que en geometría de elípticas, parábolas e hipérbolas
—- se dibuja en mis ojos por la luz de estas cometas —-
¿Dónde estoy ya, alma, deslumbrada sin mi arco de ballesta?
Energía transformada del resorte corporal relativo a los planetas
aureolas orbitando sempiternas en la vía láctea hacia el vértice cónico, es Dios,
*
en el nimbo del vacío, de la recta que nos lleva
a la luz que no se crea de parábolas e hipérbolas
pero que existe siempre en el potala en nuestra tierra.
*
Y ya vibro de alma estrella de mi roca dispersada
áurea cometa, trémula arena de la recta infinita trasformada
desde la cabellera hasta la cola en elíptica corriente crepuscular.
*
Y me despierto de este ensueño y pienso:
¡Eres tú, oh Dios, el que nos recorres! ¡Fénix de energía!
¡Iris soy de ti!, ¡Tú mi centro!, ¡Pupila del cielo!,
arco de colores terreno, heraldo te reflejo
arquero de mis infinitos ra-dios ¡Oh, Dios, sortilegio!
Y siento que Tú eres el tornado dual sempiterno,
diábolo en mi presente giro esférico.