Ya horadada de mi círculo al huso cromático del cálamo
en mi rueca entramada con laurel, pasión de blanco y encanto
me devano en los hombres futuros, presentes, pasados:
“Como no puedo acariciaros sólo con mis manos
de todas las vidas a mí disueltas que siento de abajo,
esta trama espiral que hila mis paralelos y meridianos
entretejen la urdimbre esférica al caracol órfico, logaritmo alto irisado,
mirabilis torbellino en este mi abrazo, don ofrecido, ángel del giro blanco
de mi amor, apacible amo, unicornio espacio de lo humano
unido al interior del cónico (es Dios), allí donde todos nos giramos.”