LA ENCRUCIJADA
Me despojo la costra que apresa mi vida
y llagada hacia el éter ya casi sin mentira
desde la tierra hacia él me estira.
En lo alto, me invita a presagiar su morada
y por su cálamo, atravieso el candado de nubes encadenadas.
Ya siento el dolor de la cruz del guardián
en la encrucijada que en círculos concéntricos
expande mis coordenadas relativas (x, y, z) una vez que han sido liberadas.