1. En cada ser está inherente la realidad interior, eterna y creadora que subyace debajo de las ilusiones destructivas del ego y el subconsciente asociado (intereses, conflictos, máscaras, luchas) malgastadores de la energía.
2. Cada ser, solo puede por sí mismo descubrir esta realidad creadora experimentándola, viviéndola en sí mismo:
2.1 Método de la liberación
– Conociéndose a sí mismo con una constante observación de sí mismo sin creencias ( símbolos externos, sistemas, ideas prohibiciones), un recto pensamiento (liberado de la lujuria, mala voluntad, lo mundano, del afán personal de llegar a ser) y la meditación.
– La mente receptora debe estar en un estado de atención pasiva sin juzgar ni comparar, darse cuenta sin elección. A medida que uno se va dando cuenta sin elección de lo quiere y de las propias reacciones ante cualquier sistema de símbolos, va penetrando en las distintas capas del ego y el subconsciente asociado, percatándose de las ilusiones del ego destructivas. Cada uno es el resultado de muchos intereses, de muchas máscaras conscientes e inconscientes y al darse cuenta sin elección de todo este entramado va surgiendo poco a poco el amor y la comprensión.
2.2 La vivencia de la realidad creadora, verdadera liberación
– No es un don ni un logro para glorificarse.
– Es un estado de plenitud, es la verdadera liberación del ser que es en sí misma la liberación interna de la realidad creadora, tesoro imperecedero, espontaneidad trascendental. Deviene cuando el pensamiento se libera de la lujuria, de la mala voluntad, de la ignorancia, de lo mundano y el afán personal de llegar a ser. Esta creatividad no necesita expresarse, si uno quiere tener audiencia, se perderá la realidad interior.
– Se consigue esa apacible sabiduría del ser descubriendo el amor (no personal ni impersonal), amor, que es la propia eternidad, es la realidad, lo supremo, lo inconmensurable.