El velado y el para qué

Vivimos en nuestra propia interpretación de la realidad y a medida que expandamos la conciencia vamos viendo esto y que nuestra versión no es la única. Hay tantas versiones como seres somos y cada uno vela con su propio inconsciente que es el que lleva el timón de nuestra justificación vital negando aquello que no nos gusta de nosotros proyectándolos en los demás y negando la capacidades propias de aquello que nos gusta de los demás y que no somos capaces de ver en nosotros. Descubrir nuestros verdaderos mecanismos, nuestros verdaderos fines, PARA QUÉ hacemos las cosas realmente, nos permitirá tener una visión menos sesgada viendo nuestras verdaderas intenciones y seremos menos manipulables por los demás y al mismo tiempo, manipularemos menos a los demás. Es el comienzo del autoconocimiento. Dejaremos de idolatrar porque sentiremos que somos iguales y al mismo tiempo diferentes, con la certeza que, de lo que me percato del otro, lo tengo para bien o para mal y este es mi propio trabajo de crecimiento. Cada uno tiene el suyo, caminamos en igualdad, no hay nadie superior o inferior. Puede ser que algunas personas estén más evolucionadas, pero eso no la hacen superiores a los demás. Si el ser que se cree evolucionado se siente superior y trata a los demás a ese nivel, debería plantearse esa creencia errónea y debería iniciar de nuevo el proceso porque no ha entendido nada de nada.

La soberbia de la nueva era de hombres deslumbrados por su propia luz imposibilita ver su propia oscuridad, para poder limpiar su lámpara, para alcanzar la pureza de su alma. Necesitamos apartarnos de la posible soberbia y desde la humildad y por la misericordia a nosotros mismos amarnos tal como somos con toda nuestra oscuridad. Conocerse a uno mismo viendo en cada momento nuestras verdaderas intenciones, nuestros verdaderos para qué, nos bajará del pedestal, nos humanizará, nos empatizará con los demás y nos posibilitará caminar por el sendero de nuestra purificación para poder sentir a nuestro ser espiritual. Vivimos en una continua elección de pensamientos y de acciones. Y en cada una de ellas tenemos la oportunidad de acercarnos a nuestro espíritu o alejarnos de él. Cada momento es crucial. Necesitamos la atención plena en cada pensamiento y en cada obra para elegir desde nuestro espíritu y no desde nuestra oscuridad. Porque somos la posibilidad de ser nuestra oscuridad y de ser el espíritu en nosotros. Y así, poco a poco, si estamos alerta el espíritu descenderá en plenitud sobre nosotros y habitará en todos los puntos de la tierra.

¡Oh, padre!

Ábreme la conciencia a todo aquello que en mí me aleja de ti

¿ Cómo podré recibirte y contenerte si no me vacío de mi oscuridad?

Con ella en mí, no tendré espacio material para cobijarte.

Necesito entonces retirar en mí todo aquello que no eres tú.

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